Esto es como un anexo de mi memoria, como el inodoro de cualquier ser humano. Acá dejo mis pensamientos para no perderlos.
miércoles, 21 de noviembre de 2012
La caja del olvido.
Escuchando Sabina, leyendo mi veneno, para escribir algo que me sirva de pepeo.
Te leo, te leo todos los días, aunque no escribas nada nuevo, lo vuelvo a hacer, sigo viendo tus fotos, recorro desde tu pelo y me caigo en tu sonrisa. Veo tus fotos, intento buscar alguna seña, intento que me veas, intento sujetar el momento, intento adivinar donde estaban esos lunares que yo conocí. Imaginar como estarán, que será de ellos, si alguien más que yo los ha conocido.
Te veo ahí dentro y con esa sonrisa profunda y esos ojos grandes pareces no entender lo que sucede. Sí, es una foto vieja y si tiene memoria no está actualizada. Esa foto todavía espera que la vea y le escriba, que le vuelva a mandar besos como antes, que le diga que en 20 minutos, si mi bici se porta bien, la veré, y le daré un beso a su dueña, un beso de esos, ahora aquellos. Ahora tan lejanos pero no extraños. Por momentos te extraño, porque por momentos te olvido. Hasta ahora siempre te tuve, por más que tu no me tenías a mí. Por más que renunciaste a mí, por más que me regalé a tí con una clausula de no devolución. Fuiste astuta y no me devolviste, solo me dejaste en el cajón de los recuerdos o en la caja del olvido.
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