Leo y releo tus escasos mensajes, tus textos, a diario. Buscando un mensaje entre líneas que no existe. Buscando una razón para buscarte. Una razón para seguir extrañándote, para pensar que sientes lo mismo, para pensar que vendrás a buscarme en la noche. Como antes.
Aunque sé que
Sé que contigo soy feliz.
Sé que hemos cambiado, sé que hemos cometido errores.
Todavía sueño con el día en que me recibas con los brazos abiertos, los ojos cerrados y me des uno de esos abrazos que te hacen viajar hasta la gran nube de Magallanes. Ida y vuelta, leyendo un libro y comiendo Pringles en primera clase.
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