La otra noche, fue de poesía. Pagó y subió al quinto piso, abrió la puerta de su habitación con el pequeño llavero, entró, dejó su bolsa tirada a un lado de la cama y se desvistió. No entendía porque si estaba en un quinto piso era la más barata, tenía una vista hermosa. No era una habitación muy grande, pero era cálida y le daba libertad. Se echó en la cama y pensó en la vida.
Muy a pesar de todo nunca deja de sonreír, ella es una de esas chicas que sonríe entre besos y dentro de ellos. La gente siempre se pregunta si tiene novio y su problema radica principalmente en ello. Ella tiene un hombre alado. Para ella es inútil intentar explicarlo, por ello no lo hace, pero los que leen sus poemas lo saben, aunque no la conozcan.
Luego de un rato, tomó su libro de poemas, acomodó las almohadas y se puso a leer. Siempre llevaba en el bolso chocolates y café.
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