Escrito el Jueves 24 de abril del 2012
Tu piel se acomoda perfecto a la mía
tus labios a los míos
tus brazos forman ángulos perfectos en el plano de mi espalda
nuestras manos encajan como dos piezas del mismo rompecabezas
tu cabeza encaja en mi hombro,
como Brasil tiene un lugar que encaja con Camerún.
Cuando nos besamos, se detiene el tiempo,
la radio baja el volumen,
Y la tele nos mira.
El sillón nos abraza, nos acaricia y nos acerca.
Tus ojos son del polo opuesto a los míos
tus orejas saben a chocolate
y tu cuello huele a vainilla
Cuando hacemos el amor,
tu cuerpo me acoge como parte del mismo todo
y tu sexo palpita al ritmo de mi corazón.
Tu pecho encaja con el costado de mi cara.
Tu espalda se curva al sentir mi mano
nuestros poros se excitan cuando respiramos cerca
y tu cuello huele a vainilla y sudor.
Cuando ambos morimos por milésimas,
exhalamos un suspiro único
tu sonrisa se dibuja entre tus labios
tus ojos brillan
y tu cuello huele a vainilla.
Pero cuando tenemos que decidir algo importante no somos buenos,
cuando estamos bajo presión no respondemos a tiempo
nos entorpecemos mutuamente, toda la magia es inútil.
No nos encontramos, porque no nos buscamos.
Nuestras ideas se descordinan, nos obstruimos
como por golpe de ariete.
No nos interesa saber ni aprender nada,
nuestras mentes se nublan como el cielo de Lima a las 6.
Nuestro ánimo y nuestra mirada caen
como si la gravedad aumentase para ellos
nuestros hombros se vuelven tiesos,
nuestro andar lánguido, taciturno y aciago.
Odio ese andar juntos.
Esos caminos aciagos
espero que así me entiendas
y a ver si -así hago-
que algo mejore.
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