Tu eres la chica de los abrazos,
la que quiero que me entibie con la mirada por las tardes.
Aquella que sabe decir sí con los pies.
La que no escasea en palabras,
mucho menos en consecuencias.
Ella es la que me escribe por la tarde,
pero aún no lo sabe.
La que yo quiero que me escriba en la espalda,
que derrame su tinta sobre mi piel
y que su pluma desgarre en pasión el viento.
Esa chica que monta bicicleta mirando el mar
saludando a gente que ya no recuerda o quiere olvidar.
Que siente el viento con la nariz
mientras deja que lleve su pelo y cierre sus ojos.
Aquella que algún día será mía y cuando sonría pensará en mi nombre
y en sus ojos se proyectará mi imagen.
Y jugará con las palabras pensando en nosotros,
para siempre.
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